jueves, 23 de octubre de 2008

Viento de poniente




Hubieran sido, de ser,
los más bellos lapsos,
concebidos sin mácula,
del devenir poético
en tiempos de penuria.

Poco hubiese costado,
tal vez, una mentira,
en si nada piadosa
para haber puesto fin
a esta zozobra,
que me culpa , ¡ mea culpa ¡
a voz en cuello
de intransigente,
realista paranoico,
de no leer entre líneas,
pisar el horizonte
con los cuartos traseros
y fiel a mi soberbia
ver solo lo que existe.

Mas qué se puede hacer
ante la imagen táctil
de mil sardinas muertas,
dos mil kilos de plásticos,
cucarachas de fuel,
tres alpargatas,
algunas chanclas cojas,
solo ya pares sueltos
botellas sin mensaje
salvo el de la etiqueta
y el borde donde alcanzan
las macilentas olas,
más bien las oleadas
de incontables cadáveres
lo define una línea
de inmundicia amarilla.

Acudo al día siguiente
a enterrar mi esperanza,
e incrédula sorpresa,
nada en ti permanece,
hundo mis manos rotas
en tu arena sagrada
y emergen redimidas
por la unción del salitre.

Hermoso como nunca,
eterno como siempre,
te inquiero y me respondes:
solo fue la resaca
de una noche a poniente.




Paco Montesinos 24 de septiembre de 2008.

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