viernes, 4 de septiembre de 2015

Pero tu no te inmutas

La lluvia repica
en tu piel transparente
pero tu no te inmutas.
Tan solo, es un cachorro de mar
jugando a diluir el bramido
que estalla en las heridas
profundas del bajío.
Ni de lejos pretende
socavar tu paciencia,
merecer tu belleza,
ser tu, quizá, sin tiempo
El juego es desigual,
más aún así lo intenta
sabiéndose una gota
en tu cosmos ecuánime.
De pronto en el abismo,
Melville despierta a Ahab.
A estribor del Pequod
emerge ahora el cetáceo.
Sólo es literatura,
no hay rastro de escritores.
Ella, la lluvia, observa
desde su nube elipse
y te reclama, madre,
a ti, sentir tu abrazo
la aridez permanente
del origen remoto
de las cosas.