domingo, 1 de noviembre de 2009

Nada que contar


Cuando no hay nada que contar hay que extenderse en los detalles, recrearse en lo misérrimo y sacarle al menos un capítulo al punto ortográfico. Hay que inculcarle vocación de punto y seguido, eludir la natural tendencia a la pereza del punto y aparte y prohibirle terminantemente que se asome al aterrador punto y final. ¿ Han probado alguna vez a meterse en la oncevárica camisa de narrar nada y dotar a ese anti relato de algún interés ?
Más del ochenta por ciento, esto es una valoración subjetiva claro está, de las cosas que se escriben y que por razones pecuniarias para el editor se publican carece de substancia.La soberbia que es la vanidad en estado sólido, lugar común de los que somos envidiosos, repito la soberbia nos ciega y eso nos lleva a despreciar a los que viven generosamente de la literatura. A los grandes autores o al menos autores de esos libros enormes que acompañan a muchos viajeros del suburbano junto a la botella de agua mineral de medio litro, en el caso de ellas, a los consagrados como Ken Follet, Dan Brown, Stephen King, Stieg Larsson(q.e.p.d.), Carlos Ruiz Zafón, Arturo Pérez Reverte, etc, a quienes un mindundi de las letras como un servidor profesa una manifiesta envidia fruto de su propia incapacidad,a estos paquidermos sagrados juro que no les compraré ni tan siquiera leeré de prestado un libro mientras ellos, ruines, no compren o lean prestado el mío.
¿ Ven como con un poquito de interés se puede escribir sobre nada sin contar algo ?

1 comentario:

my own arcadia dijo...

Queridos compañeros,
el aumento constante, en cantidad y en extensión, de nuestra actividad nos obliga a un exhaustivo análisis de las directivas de desarrollo para el futuro.
Asimismo, la superación de experiencias periclitadas ofrece un ensayo interesante de verificación de las formas de acción.

¿Sigo?