jueves, 16 de junio de 2011

Cien lágrimas

Cien lágrimas
anegaron los jazmines de hule
con el falso rubor
de los enigmas.

Un poema bomba,
matasellos de Orión,
dispersó las entrañas
de los cautos,
que olvidaron, esta vez,
blindar el miedo.

Detrás de mi
el crujido estrepitoso
de las armas
y sus himnos de muerte.

La sangre amedrentada
escogía obviar los bordes
de la herida.
¿ Para qué las palabras ?
¿ Para qué los anhelos ?
¿ Para qué el amor ?

No necesito más
el aire irrespirable
del batracio
y prefiero Valente a valentía.

1 comentario:

carmen fabre dijo...

Gracias,Paco. Lo guardo en el lugar que debe estar, el corazón.