lunes, 30 de agosto de 2010

Escribir




Escribir, especialmente escribir poesía, es la manifestación suprema de la vanidad humana. Yo pienso (" yo pienso " es un coktail de la vanidad de la que hablábamos,con dos partes de presunción,dos de mentira,unas gotas de violeta de genciana y hielo picado ) que la ira cósmica, en el sentido daliniano de lo cósmico, debería fulminar con un rayo purificador a todo aquel que ose escribir, bien a sabiendas o bien en la ignorancia de que es un pelmazo.

Si bien no se me escapa que la Tierra sería entonces un lugar invivible, como Pamplona en Sanfermines o Valencia en Fallas o Marina d'Or en cualquier momento o el propio Universo el día del juicio final, que no sería tan final porque luego están el Supremo, el Constitucional y el Tribunal de la Haya.

Menos mal que siempre hay noticias esperanzadoras para los que andamos averiados:

Agencia ELE.

Científicos surcoreanos de Corea del Sur, afirman que la mordedura del ofidio conocido como “ mamba negra “ podría detener el curso de la enfermedad de Parkinson en humanos, independientemente del grado de afectación.

En un estudio doble ciego dirigido por el bioneurofisiólogo Profesor Park Kim Sung realizado en la Universidad Estatal de Seur con un grupo de pacientes con enfermedad de Parkinson y otro grupo control formado por individuos sanos, se evidenció que la mordedura de la “ mamba negra “ en individuos de ambos grupos, aleatoriamente elegidos, igualaba en escasos minutos su capacidad motora.

“ Aún es pronto para sacar conclusiones, pero creo que vamos por el buen camino “ dijo Park mientras familiares de los individuos sometidos al experimento prendían fuego a la Universidad.

Visto lo visto me paso al dibujo que solo hay que discutir con el/la/lo representado y al final, sea lo que sea , encuentras un cierto parecido con algo o alguien.

miércoles, 11 de agosto de 2010

La cita


La ansiedad rompió el sueño
abriendo de par en par
las ventanas y mi impaciencia.
La noche alargaba su tiempo
hasta la bajamar
En ausencia de otra luz
que la esperanza,
corrí muy lentamente
hasta encontrarle.
Llegué ante él y me postré.
Sentí mías las lágrimas
de viento