Retomo las rutinas,
cáliz imprescindible,
con la mente sentada
al borde justo
del universo niño.
Y los pies chapotean
el conjunto vacío,
la nada antimateria
que atrae a los cometas
al nicho, hasta ayer, de las palomas.
La urbe, ubre, nube,
me besa,
me amamanta,
corta con humo el aire
que recuerdo
del borde de los mares.
“Es hermoso acabar
de excesiva pureza”
susurran al unísono
atascos megalómanos,
zanjas inacabadas
y caracolas mudas
que acabarán creyendo
que proceden
de aquel aparador.
Vuelvo al lugar de siempre.
Te esperaré dos vidas.
1 comentario:
hola soy amigo de luz
esta noche estuve cenando con ella
y hablando me dijo que escribias y me dio tu blog y he pasado a verte
ya lo ire viendo poco a poco
un saludo
yo tambien tengo uno de poesia, si quieres pasa por allí
me gusto el poema
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