Te juzgué por defecto
en la extraña medida
en que fuiste mi luz,
a un paso de gigante
de quien ya no era yo.
Solo algunas metástasis
mantenían encendido
el rito y la liturgia,
mas no renuncié a ti
desde ese infierno.
Las noches se acortaban
y las últimas nieves
sepultaron de gris mi calavera,
me quedaba aún el tiempo
de no jugarme el tuyo.
Despiértame con dardos
y caricias de agua
pues me aburre la muerte
tanto como la ausencia
más breve de tus labios.
Regresarán los versos y los besos
al trono del arcángel,
esa es mi parte.
Tu,escribe otro final para el Parnaso.
1 comentario:
Hermosos versos.
Un abrazo
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