Me sometieron
tus labios
adyacentes
en el intento
de clausurar
respuestas,
sentí tu abrazo
contiguo
envolverme en un
manto
azul de pensamientos
las flores simples
trazaban mi
perímetro
ciñéndose a los
ángulos
que insinuaba el
camino
y fue allí, en el
segmento,
donde se enredaron
tus dedos y los míos
La luz, ahora
constante,
resultó innecesaria
en la escalera
que ascendía a
tu balcón de fuego
Allí los jazmines
ardían entre los
cuerpos
y podía escucharse
el crepitar insomne
de los nichos
Detén el tiempo
aquí
te invoqué ya
postrado
mas ya no fui capaz
de sostenerte,
estéril, la mirada