Entre la niebla
alcanzo a distinguir
la anchura de un espectro.
Su leve densidad
se enzarza entre mis bronquios...
constriñendo las luces
y me invita a rendirme
El aire es muy pesado
para llevarlo a cuestas.
Tengo frío, mucho frío,
no dejes de hablarme,
solo eso hará que no me duerma
y la niebla se apodere de mi.
La reconozco, es la niebla de siempre,
La que existió desde el principio,
la niebla de las madrugadas,
la que devora el canto
de los pájaros
y bebe nuestra luz,
la que mató al sol
y ocultó su cadáver
tras el hedor
del pudridero de las almas.
Tengo frío, mucho frío,
no dejes de hablarme
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