Desde
entonces, amor,
alivian tus cometas
la oscuridad rotunda
de las noches vacías
y
burlas sin saberlo,
en un cerrar de ojos
la norma más estricta
que atenaza mis párpados.
Basta una sola orden,
del bando de tus labios
para calmar rutinas
y demonios sin dientes,
esa gris mansedumbre
que a veces se acomoda
en cada hora de luz
y quizá sin saberlo
minimiza la inercia
de los cuerpos
a morir incesantes.
Y es que todo es materia,
los milagros se explican
con un gramo de cannabis,
en boca de los sabios.
Todo menos tu esencia,
tú no amor,
tu no eres todo.