domingo, 22 de junio de 2014

Porque sin ser he sido




















Porque sin ser he sido
viento en pos del océano,
pluma de león alado
que ruge a su albedrío,
dilema irresoluble
entre el miedo y la furia
que aplazó sine die
un llanto de cariátides.
Porque sin ser he sido
fuego entre tus elipsis,
crepúsculo que alumbra
el argumento inverso
de tus manos de plata.
Porque sin ser he sido
la tierra  que fue vientre,
retablo, alegoría,
el alma que me habita
y un día
será sepulcro.



El sol que no viste













El sol nunca asomó
entre tus lienzos grises
obvió el pan y la sal
que le exigías
desde el lecho promiscuo,
cuando tu eras oración
y el éxtasis silencio.
Tus versos ácidos
buscaban con anhelo
la comunión con el dios
más oscuro
y una lágrima niña
partía desde mi sinsabor
hacia tus dudas.

Mírame ahora,
mírame eternamente
y deja en libertad
tu escueta fantasía,
pues solo es irreal

lo que ya existe.

viernes, 20 de junio de 2014

He ascendido a las cumbres


He ascendido a las cumbres
donde dioses antiguos
engendraron el viento.
Ese viento sin límites
de caricia brutal
y brazos de tragedia.
Ese viento perenne
que onnubila razones
desconoce las formas
y detiene el avance
de los cuervos.
He ascendido a las cumbres
donde la noche es día
y  el silencio catástrofe
Allí no quedan tronos,
ni vestigio de imperios,
ni nada que recuerde
A la quietud impertérrita
del sabio,
al jubón empapado
del invierno,
al manto suberoso
de los árboles.
He ascendido a las cumbres
Y un cíclope furioso
unngido de perfumes
me arrojó a los pies
de ídolos de arcilla
y cabellos de hombre.

Más no todo fue caos.
Allí ascendiste tú
y creamos los océanos,
las tierras y los mundos.
Ay si hubiéramos sabido
a tiempo,
que tú y yo éramos dioses.


A Soledad Escassi



Hoy quiero hablarte
como lo hacen
los pájaros al viento,
despacio,
detenido a la espera
de pronunciar nosotros
como un vocablo inédito.

Recuerdo tu mensaje
en aquella hora última.
El vestido,
de un blanco inconcebible,
no ocultaba
el oleaje sereno
que alcanzaba tus playas,
la cálida estructura
del discurso,
la delicada huella
de tus versos
horadando los límites.

Te educó la razón
en todas las verdades,
mujer en la hecatombe
Relámpago invisible
de otras sombras,
de otros atardeceres,
de tu vientre fecundo
que nos dio la palabra.

La palabra que amabas
en circular encuentro,
calmó la tempestad
y dio abrigo a mis dudas.

La palabra en tus ojos,
de madurez ecuánime
que truncaban incógnitas
en balsas de esperanza.

Esas palabras tuyas
que cuidaste con mimo
con afán de que fuesen
faro en la bajamar
bitácora de encuentros.


Hoy entre tantos títulos
como vidas hollamos,
salieron a mi encuentro,
no por casualidad,
tus líneas manuscritas.

Fui feliz una lágrima.
Que no se pare el tiempo.
Porque te he conocido,
no quiero eternidad.


Ahora, tras tu palabra,
tras compartir heridas,
naufragios y aflicciones,
ahora sin la atadura
del tiempo y de la espera,
ahora  si,
soledad es casi todo
lo que anhelo.

                                             A Soledad Escassi