lunes, 20 de septiembre de 2010

Amaneció sin martes


Amaneció sin martes
y la boca del lobo
era un tazón vacío
donde nadaban nutrias
con pasquines de trapo.
A la pantalla gris
del mismo azul que el cobre
saltaban desde un quinto
centenares de abstemios
cogidos de la mano.
La izquierda y la derecha
eran tan solo un punto
entre brotes de mármol
y los membrillos naipes
se juraban quinquenios
de odio eterno.
Intenté retorcerme
como un zarcillo
estrecho y bolchevique,
vi que un bol,Ché llevaba
con jugo de esperanza
pero Cuba no abría
sin la llave maestra
que un pez se tragó en Washington.
Un pez equidistante
con garras de caiman
y pelo lacio
que llevaba un infierno
de nubes sin pulir
en su bolso de piel
de cocodrilo.
Mientras tanto
en la Alcarria
balaban las abejas,
Trotsky le ofrecía a Tensing
un piolet seminuevo
y la zulú de Cela
conducía cuesta abajo
hasta Archidona.

Amaneció sin martes,
amaneció sin martes
y eso duele.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Retomo las rutinas



Retomo las rutinas,
cáliz imprescindible,
con la mente sentada
al borde justo
del universo niño.
Y los pies chapotean
el conjunto vacío,
la nada antimateria
que atrae a los cometas
al nicho, hasta ayer, de las palomas.

La urbe, ubre, nube,
me besa,
me amamanta,
corta con humo el aire
que recuerdo
del borde de los mares.

“Es hermoso acabar
de excesiva pureza”
susurran al unísono
atascos megalómanos,
zanjas inacabadas
y caracolas mudas
que acabarán creyendo
que proceden
de aquel aparador.

Vuelvo al lugar de siempre.
Te esperaré dos vidas.